Proteccionismo vs Libre Comercio: ¿Un Retroceso o una Oportunidad?

José Luis Elizondo Treviño DETONA: Las medidas arancelarias promovidas por el presidente Trump marcarán un punto de inflexión en la política comercial global.
Su intención de imponer aranceles a las importaciones en Estados Unidos representa un cambio de paradigma, alejándose del libre comercio hacia un modelo proteccionista.

Este giro podría desencadenar una respuesta en cadena, donde otras economías adopten medidas similares, generando un ciclo regresivo de restricciones comerciales y represalias arancelarias.

El proteccionismo ha sido históricamente una herramienta para fortalecer industrias nacionales, reducir la dependencia de importaciones estratégicas y proteger el empleo local.

En el pasado, México y otros países aplicaron modelos de sustitución de importaciones con la intención de desarrollar cadenas productivas internas y garantizar autosuficiencia en sectores clave.

No obstante, esta estrategia tiene costos significativos.

Al restringir la competencia externa, los precios de bienes y servicios tienden a aumentar, afectando a los consumidores.

Además, las represalias comerciales de otros países pueden reducir las exportaciones nacionales.

La historia ha demostrado que un mercado cerrado fomenta la ineficiencia, la corrupción y la falta de innovación, además de incentivar el contrabando y los mercados informales.

En contraste, el libre comercio ha sido el motor del crecimiento económico global en las últimas décadas.

La apertura de mercados ha permitido reducir costos, diversificar productos y fomentar la innovación.

Países como China, México y Vietnam han aprovechado esta dinámica para integrarse en cadenas de suministro globales y atraer inversiones.

Sin embargo, este modelo también tiene sus desventajas.

La competencia internacional ha provocado la desaparición de industrias locales incapaces de competir con grandes transnacionales.

La desregulación en algunos sectores ha facilitado la explotación laboral y la sobreexplotación de recursos naturales.

Además, la riqueza generada por el comercio global no siempre se distribuye de manera equitativa, ampliando las brechas de desigualdad tanto entre países como dentro de ellos.

 

Más que una dicotomía entre proteccionismo y libre comercio, el desafío actual es encontrar un equilibrio que combine lo mejor de ambos sistemas.

La clave no está en cerrar mercados, sino en regularlos con políticas que fomenten la equidad sin frenar la competitividad.

Para lograrlo, es fundamental diseñar estrategias que protejan a los sectores vulnerables sin distorsionar la economía.

Esto implica establecer políticas industriales inteligentes, promover salarios dignos, garantizar estándares ambientales y aplicar regulaciones fiscales que distribuyan mejor los beneficios del comercio global.

Las políticas arancelarias del gobierno norteamericano son una señal de que el comercio global no es inmune a los cambios políticos y económicos.

Sin embargo, el camino no es volver a un mundo de fronteras cerradas, sino construir un sistema comercial más justo y sostenible.

La globalización ha demostrado su capacidad de generar riqueza, pero su éxito a largo plazo dependerá de cómo los gobiernos equilibren los beneficios económicos con la justicia social y la estabilidad global.

El debate entre proteccionismo y libre comercio no debe centrarse en cuál es mejor, sino en cómo pueden coexistir para construir una economía más equitativa y resiliente.

Este es el verdadero reto.
José Luis Elizondo Treviño

Profesor y abogado con más de 30 años en el servicio público estatal y municipal. Articulista en diversos medios digitales.