Se desmorona fe de morenistas en su líder y presidente
Tras el traspaso de los liderazgos priístas al morenismo para entregar las gubernaturas en juego este año, el camino que lleva el actual gobierno es el del fortalecimiento de su partido, pues actualmente todo depende de la buena fe de los que le creyeron a su líder y presidente, y eso se está desmoronando ante los hechos.
Su propósito, es que haya consensos internos en la actual mafia del poder, para que resista el cambio de liderazgo.
En el siglo pasado, la consistencia del partido -el PRI- descansaba sobre los sindicatos, las asociaciones de campesinos, el control de numerosas agrupaciones del sector popular y el consentimiento de las fuerzas armadas.
YA NO JALAN
Actualmente, esas formaciones corporativas ya no funcionan.
Aunque los morenistas han evitado toda denuncia de corrupción contra los principales sindicatos -maestros, electricistas, petroleros, etc.- es evidente la insatisfacción de muchos dirigentes.
En el campo, no han sabido resolver los problemas, lo cual se refleja en los resultados.
Y fue más que evidente la división de los grupos de control popular en la CDMX, antigua base segura del morenismo.
A las fuerzas armadas, las han tratado de contener entregándoles toda clase de labores en las que puede haber corrupción como las aduanas y puertos, pero muchos militares están molestos justificadamente porque los tienen ocupados en labores muy ajenas a su función constitucional.
Si Morena fracasa en su consolidación, el presidente puede intentar alargar su mandato o reelegirse, aunque su verdadero objetivo es ser como el del fundador del PRI, Plutarco Elías Calles: