El círculo rojo de BEAT
El espectáculo de BEAT es volver a las leyendas.
Adrian Belew, icónico guitarrista y vocalista de King Crimson, también reconocido por su trabajo con David Bowie.
Tony Levin, virtuoso bajista, conocido por sus colaboraciones con Peter Gabriel y King Crimson.
Steve Vai, maestro de la guitarra, con una carrera solista brillante y colaboraciones con Frank Zappa.
Danny Carey, baterista de Tool, famoso por su técnica y precisión inigualables.
Ni siquiera tres cuartas partes del Showcenter de San Pedro.
Beligerantes ante la majestuosidad de los ejecutantes.
El viaje a los dos primeros álbumes de King Crimson.
Admito, son la edad el resultado de afinar las sensaciones, detrás del escenario el frente del elefante.
Vamos de cacería, recrear el Serengueti africano, cerramos los ojos, los abrimos, estoy seguro el paquidermo adquiere vida propia.
Sale del acantilado, en la víspera de las 21 horas, puntuales, Vai viste de pachuco, Tony Levin elegante- Adrián Below de moda a los años 80tas, Danny Carey podría pasar por asistente al cine.
La apertura con Neurotica, Neal and Jack and Me, Heartbeat, Sartori in Tangier, Model Man, Dig Me, Man With an Open Heart, Industry, Larks' Tongues in Aspic (Part III).
Nuestros asistentes lanzan gritos, como si estuvieran en un bar, solicitan cambios de canciones, olvidan la cortesía, aún entre los selectos se cuela lo kitch.
Para el Set 2, después de veinte minutos de receso.
Waiting Man, The Sheltering Sky, Sleepless, Frame by Frame, Matte Kudasai, Elephant Talk, Three of a Perfect Pair, Indiscipline.
Vaí vuelve a ser el personaje de sus participaciones de solista, serpiente guiada por sus pies en ritmo preciso, adelante, hacía un lado, acompasa las notas vibrantes, todos los demás regresan sin cambio de vestuario.
Al Encore, Vaí viste la playera de la selección nacional, chovinismo, quien puede ser mejor al guitarrista, solo el mismo personificado por Ralph Machio en Crossroad, la vida moderna de Roberto Jhonson. el creador del blues.