¿Futuro mejor partiendo de una "realidad sintética"?
Europa que hace menos de 100 años perdió millones de vidas y con ellas sueños y propósitos por causa de las armas y la codicia descarnada.
Tampoco es real que sea precisamente los EEUU, el país que enarbolo la bandera del liberalismo económico y la democracia como fuente primigenia para el progreso en paz, ahora convertido en el promotor de la regresión política y el proteccionismo.
Por supuesto que es una nueva realidad, bautizada como realytismo y orquestada desde las grandes potencias económicas para refrendar la irracionalidad de toda hegemonía y nos muestra la necesidad imperiosa de reforzar la ética consecuencial en la acción humana.
La filosofía y la ciencia se han esforzado mucho por definir qué es real.
La ciencia nos ha enseñado que lo que consideramos real en el mundo natural es algo que nuestra mente construye para que coincida con lo que vemos y sentimos.
A partir de ahí, sacamos explicaciones útiles para entender lo que pasa a nuestro alrededor.
Pero las cosas que los humanos hemos creado para vivir en el mundo actual y hacer lo que hacemos, en esta época que vivimos solo se pueden entender si usamos una forma de pensar que imagina cómo son las cosas, pero usando la ironía y poniendo comillas a todo en este supuesto mundo moderno.
La realidad tiene una estructura profunda que no solo se resiste a nuestras ideas y a lo que podemos percibir con nuestros sentidos, sino que existía antes que todo eso, en tal virtud cuando hablamos del "mundo de afuera", debemos entender que es algo que existe fuera de nuestras ideas y de cómo lo percibimos.
Sin embargo, este mundo existe; si no fuera así, todo lo que creemos saber sería como un sueño.
Yo puedo dudar de si lo que vivo es verdad, pero no puedo dudar de que hay algo ahí afuera organizado en lo general. (Quentin Meillassoux, "Después de la finitud: Ensayo sobre la necesidad de la contingencia", 2006).
Por ejemplo, vivimos en una época donde los humanos hemos cambiado el planeta de forma negativa, y las personas más poderosas hacen que la realidad parezca algo constructivo y pensemos que en efecto nuestro consumismo no enfrenta ningún límite planetario.
Esto hace que esa realidad sea horrible, nos controle, reduzca lo que somos a solo poder de otros y nos haga dejar de usar la razón.
La ciencia y el conocimiento ya no son la fuente primaria de la verdad.
Exuberancia irracional diría Allan Greenspan (expresidente de la FED).
Vivimos en un mundo de "noticias de la gente" que habla de cómo nos manipulan y de cómo los medios de comunicación actuales usan trucos para engañarnos.
Ya "no hay hechos, solo lo que cada quien cree", porque el mundo verdadero se ha convertido en un cuento.
Un cuento que se repite sin fin, como un círculo, y no como una historia que avanza hacia algo mejor.
Nosotros no podemos encontrar ningún hecho "tal cual es"; quizás es una tontería intentar hacerlo.
Podríamos decir que "todo es según cómo lo ve cada quien", pero eso también es una forma de interpretarlo.
El "yo" no es algo que ya existe, sino algo que inventamos después, con nuestra imaginación.
Finalmente, ¿necesitamos seguir interpretando lo que ya interpretamos? Eso ya es inventar, suponer.
Si la palabra "conocimiento" tiene sentido, entonces podemos conocer el mundo; pero se puede entender de muchas maneras diferentes, no tiene un solo significado oculto.
“Son nuestras necesidades las que interpretan al mundo: nuestros instintos, con lo bueno y lo malo. Cada instinto quiere dominar, cada uno tiene su propia forma de ver las cosas y quiere que todos los demás piensen igual”, F. Nietzsche, Fragmentos póstumos, 1885-1887, 7 [60], en Obras completas, vol. 8/1, al cuidado de G. Colli y M.Montinari, Adelphi, Milano 1990.
La época moderna tardía empezó a poner comillas a todo: la realidad se volvió "realidad", la verdad "verdad", la objetividad "objetividad", la justicia "justicia", el sexo "sexo", etc.
La idea principal detrás de ponerle comillas a todo era que las "grandes historias" de la modernidad (y peor aún, la idea antigua de que hay una verdad objetiva) eran la causa de que la gente pensara de forma muy cerrada.
De igual manera intentamos acabar con la normalidad y convencernos de que todos los fenomenos son solo un constructo social no objetivo.
Si queremos entender algo de lo que pasa cada día, tenemos que verlo con ironía.
Por ejemplo, cuando le preguntaron a Warren Buffet (millonario norteamericano) qué pensaba de los impuestos al comercio exterior, contestó con aguda ironía: "¿...y los duendes del bosque tendrán que pagarlos...?"
Abrumadora respuesta y de gran actualidad.
El nuevo realismo de tipo sintético usa todas las comillas, reglas y formas de hablar necesarias para explicar su punto, aceptando todas las negaciones y creencias que la gente quiera tener.
Así, todo parece válido, pero nada es realmente verdad, pues la normalidad ya no tiene algún papel relevante en el conocer. (Manifiesto del Nuevo Realismo, del realytismo asumido hoy como realismo).
En la tecnología y las simulaciones, se habla de "mundos inventados" para referirse a mundos virtuales hechos por computadora.
Cuando estos mundos se mezclan con el mundo real, como en la realidad aumentada, podríamos decir que se crea una forma de "realismo inventado y sintético" donde lo real y lo virtual existen juntos.
Por ejemplo, cuando los militares entrenan usando simulaciones muy reales, eso podría considerarse una forma de realismo sintético para aprender.
El problema es que en las simulaciones, incluso la violencia parece no tener consecuencias éticas, como en los dibujos animados donde nadie muere ni sangra de verdad, algo parecido a lo que les pasaba a los pilotos de bombarderos en la guerra que no podían ver a los muertos debajo de ellos, solo imaginarlos pero si existían.
La ironía no nos da una respuesta directa, sino que nos invita a pensar más allá de lo que vemos, a cuestionar lo que parece ser y a darnos cuenta de las cosas que no encajan.
Es como si nos diera lentes especiales para ver las intenciones ocultas en lo que hacemos, decimos y en cómo funciona la sociedad.
La ironía puede mostrar la diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre las cosas buenas que decimos querer y lo que realmente hacemos.
Al señalar estas contradicciones de forma indirecta, a menudo con humor o sarcasmo, la ironía nos obliga a ver nuestras propias fallas y las de la sociedad.
Por ejemplo, decir con mucha pompa que uno es humilde, cuando en realidad se está actuando con arrogancia, muestra la verdad sobre la vanidad humana mucho mejor que una crítica directa.
La vida humana está llena de cosas que no tienen sentido: buscamos ser libres a través de reglas, ser felices teniendo cosas, tener paz a través de la guerra.
La ironía puede mostrar estas contradicciones, obligándonos a reconocer lo complicado y a menudo lo absurdo de lo que nos motiva y de cómo funcionan las cosas.
Un dicho como "trabajamos para vivir, pero a menudo vivimos para trabajar" muestra una contradicción fundamental de la sociedad moderna a través de la ironía.
La ironía es una herramienta poderosa para criticar la sociedad y la política.
Al mostrar que las cosas no son como deberían ser y señalar las cosas que no tienen sentido en cómo se usa el poder o en las reglas sociales, la ironía puede hacer que la autoridad injusta parezca débil y abrir espacio para pensar y cambiar.
Un comentario sarcástico sobre una ley tonta puede mostrar lo ridícula o peligrosa que es, mucho mejor que solo decir que es mala, como las leyes sobre la censura.
La ironía a menudo juega con la diferencia entre lo que se dice y lo que se entiende, mostrando que cada persona puede ver la realidad de forma diferente, dependiendo de la situación y de quién tiene el poder.
Al mostrar esta diferencia, la ironía nos recuerda que ahora la "verdad" no siempre es la misma para todos y que las perspectivas pueden cambiar mucho según el entorno de poder dentro del cual se viva.
Bajo el realismo sintético, el futuro ya no es necesariamente algo que nos preocupe, porque ahora las repeticiones, los cambios de un lado a otro y los ciclos se pierden en la idea confusa del saber-poder que casi siempre ha distraído a la humanidad.
La ciencia ya no es la única forma de saber qué somos y cuál es la verdad.
El orden instalado por los que vencedores de la Segunda Guerra Mundial tenía como objetivo principal, entre otros, evitar más guerras como solución a los problemas, pero hoy cada país poderoso está preparando su propia guerra nueva.
Para sobrevivir en el futuro como resultado de estas "realidades sintéticas", tendremos que ser muy buenos pensando de forma flexible y buscando la manera de que no olvidemos lo más importante de ser humanos, donde lo que cada quien cree no pueda terminar negando que hay gente muriendo de hambre, y siendo asesinados por diversas razones por ejemplo.
El solo pensar no es suficiente para tener moral; esta empieza cuando hay un mundo afuera que nos afecta y nos permite hacer cosas de verdad, no solo imaginarlas.
Un mundo sin marcos morales no es un mundo de libertad.
Si lo que llamamos "verdad" depende de quién tiene el poder, también debemos decir que la verdad verdadera, la que no necesita comillas, no depende del poder.
Si no, caeríamos en un círculo sin fin del que no podríamos salir.
La "verdad verdadera", a diferencia de la "verdad que hacen los poderosos”, es una forma de ver las cosas que va más allá de la influencia y el control.
No se basa en quién puede obligar o manipular a otros, por cualquier medio, a creer algo, sino en algo más importante, que valga la pena internalizar.
Podríamos pensar en esta "verdad verdadera" como algo que tiene sentido por sí mismo, que tiene pruebas sólidas que lo apoyan o que está de acuerdo con principios éticos que buscan el bien de todos al ser asimilados como imperativos categóricos.
Es una búsqueda constante, una idea que nos ayuda a ver lo que es válido más allá de los intereses de unos pocos y de quién tiene el poder.
Darnos cuenta de que existe nos ayuda a no caer en la idea de que todo vale solo porque se puede y que cualquier opinión es igual de válida solo porque alguien lo impone o así pretende hacernos creer.
“La práctica y la equivocación conllevan aprendizaje. Decir adiós a la verdad no es sólo un regalo sin más que se hace al “Poder”, sino, sobre todo, el retiro de la única oportunidad de emancipación que le es dada a la Humanidad: el realismo contra la ilusión y la magia”.
"Manifiesto del Nuevo Realismo", y “La imbecilidad es cosa seria”, 2016, escritos por el filósofo italiano Maurizio Ferraris.
Ferraris argumenta que la imbecilidad (negación activa de la evidencia, falta de autocrítica severa y cerrazón mental) no se limita a la estupidez, sino que abarca una ceguera, indiferencia u hostilidad hacia los valores cognitivos.