"El hombre es el culpable"
No cabe duda de los serios problemas que enfrentan las mujeres en estos días.
Podemos iniciar con las desapariciones, violencia familiar, acoso, presiones económicas (cuando son jefas de familia), despojo de sus hijos por ex parejas…
La lista podría sumar incluso la promoción indiscriminada de libertinaje sexual que se promueve en los medios y como resultado las mujeres están pagando un precio muy alto con el aumento de las enfermedades de transmisión sexual y la gran cantidad de madres solteras.
Ante eso y más, las mujeres sienten la necesidad de unirse a otras mujeres que viven situaciones similares. Deciden salir a la calle para reclamar justicia y defender sus derechos.
Hasta ahí vamos bien. Sin duda las manifestaciones, las protestas públicas son una forma válida y parte de la democracia.
Sin embargo, y lamentablemente las voces de buena parte de estas mujeres se escuchan menos, han sido sofocadas por otro movimiento de mujeres alejado de la verdadera causa feminista: el feminismo radical.
El día de ayer 8 de Marzo, de nueva cuenta las mujeres salieron a la calle a manifestarse. Y de nuevo acompañadas por feministas radicales que empañaron su lucha, su reclamo, su sed de justicia.
Se repite la escena del año pasado: decenas de manifestantes destrozan fachadas de comercios, grafitean bardas, lanzan consignas de odio al hombre.
Para rematar vuelven a incendiar puertas de Palacio de Gobierno y destruir vitrales.
Me vino a la mente la historia de la lucha feminista.
El inicio de esta batalla allá por los años 60s, cuando la mujer peleaba por adquirir los mismos derechos que el hombre: el mismo acceso a la educación, a la política, el mismo salario, el mismo trabajo; en fin, las mismas oportunidades laborales.
Lamentablemente a finales de esa década, ese movimiento comenzó a ser liderado por un grupo radical que adoptó el análisis marxista de poder y cambio social.
Para estas mujeres Marx tuvo razón al decir que en la sociedad existe una luchar de poder, pero no entre ricos que oprimen a pobres.
Para las feministas radicales, el opresor es el hombre y la mujer es la víctima.
Una de las precursoras del feminismo radical, Shulamith Firestone, autora del libro “The Dialectic of Sex” (La Dialéctica del Sexo), justamente aplica la ideología marxista a las relaciones entre los sexos.
Así pues, desde aquellos años ese movimiento se ha dedicado a promover ideas de Karl Marx, repitiendo una y otra vez el mismo mensaje: “¡El hombre es el culpable!”, la familia patriarcal es la opresora y la causa de todas las demás opresiones.
Desde entonces, las feministas radicales se cerraron a comprender las verdaderas causas de la lucha feminista y ofrecieron soluciones que desde entonces más que ayudarlas han perjudicado a la familia y a la mujer misma.
Se dieron a la tarea de promover:
- La “igualdad” entre los sexos, no solo la laboral, política, profesional, etc, sino ¡borrando incluso las diferencias biológicas, físicas, psicológicas, entre hombre y mujer!
- El absoluto control de la reproducción de la mujer, incluyendo el aborto.
- La total liberación sexual, incluyendo el derecho del individuo a tener relaciones sexuales con otros individuos sin importar la edad, el número de personas o el sexo.
Al grado que hoy, como se observa por doquier, ya han desaparecido las diferencias entre lo permitido y lo no permitido.
De ahí que en estos días los niños son los más amenazados con la legalización de la pedofilia que no tarde en llegar a México.
Por cierto, en un inicio las feministas norteamericanas escondían muy bien estos planes, pero hoy ya saltan a la vista de todos. La principal causa es el gran respaldo económico que tienen de organizaciones muy poderosas como la (IPPF), la Federación Internacional de Planificación de la Familia.
De ahí la tremenda promoción por todos lados a través del cine, televisión, redes, medios impresos y hasta en las letras de las canciones. Más que un movimiento, el feminismo radical se ha convertido en una moda, un nuevo paradigma o estilo de vida.
Que mejor ejemplo que el del tal Bad Bunny, seguido por miles de mujeres a pesar de las ofensivas y denigrantes frases hacia la mujer en sus canciones.
¡Ah! Otro gran aliado de este movimiento es la ONU, que ya habla de la existencia de más de 112 géneros, mismos que han ido borrando poco a poco el verdadero rostro femenino.
El reciente ejemplo de las campeonas nadadoras estadounidenses quienes ya fueron opacadas por un nadador transexual que se percibe como mujer, no es poca cosa.
En fin, si alguien se pregunta qué puede hacer la mujer ante todo lo anterior, le paso algunas ideas:
- Informarse.
- Organizarse y levantar la voz para defender las verdaderas causas de su lucha.
- Convencer a los líderes políticos que las feministas radicales no representan a la gran mayoría de las mujeres.
- Enviar delegado ante la ONU para desde ahí defender las verdaderas necesidades de las mujeres.
El caso es que cada día la mujer se enfrenta a más y más serios problemas, ¡pero ojo!:
No es culpando al hombre, odiando, vandalizando comercios, monumentos públicos, iglesias como encontrarán la solución a los conflictos.
Sino convenciendo a otras mujeres de que la lucha ¡no es por la vía de la violencia!: Se logra mucha más empatía social por la vía de las manifestaciones pacíficas en donde se exhiban las denuncias evidenciando, no generalizando, con nombre y apellido la corrupción en las instancias de gobierno.
¡He ahí el verdadero meollo del problema! La corrupción, la impunidad y la falta de aplicación de la ley y la justicia.
Termino con las palabras de Gloria Conde en su libro Mujer Nueva: