El capitalismo compasivo

El invento de los amos despóticos y ciegos, frente a la servidumbre anegada en la palabra patrón.

En una tierra ficticia, prometida para quienes sueñan con el progreso social. Ven a sus vecinos, como cambian de ropa. De marcas genéricas a las de diseñador. Enseguida del auto antiguo al de alta gama.

Elevan las expectativas. Suben los muros de sus domicilios. A los hijos los llevan a colegios. Los mejores del rumbo. Si se puede, de la ciudad.

Para cuando el barrio se da cuenta, han puesto en venta la casa. Ya construyeron a su gusto personal un nuevo domicilio. En los suburbios. Barda perimetral, video vigilancia 24-7. Sensores de luz en los jardines y en las áreas comunes. Ni la fauna silvestre de la zona ingresa.

Contratan tres asistentes en el hogar. Una para hacer las camas. Otra más, para cocinar las viandas y platillos favoritos, a placer de los comensales.

El último es el mozo de cuidado del jardín, la plomería, la alberca y hasta de chofer. Multiusos con horario extendido y paga reducida.

Para las navidades, antes de irse de viaje a Colorado, con los socios del despacho y los nuevos amigos de sus hijos, a sus empleados deciden obsequiar la ropa de la temporada anterior.

Bastante en buen estado, les dicen. Los niños están creciendo. Llevarlo a Caritas o al dispensario de la Goretti, es gastar gasolina de oquis.

Mejor ustedes, como de la familia. Llévense la comida del refrigerador. Los restos del recalentado. La gente de la basura no valora los bocadillos delicatesen.

Eso es el capitalismo compasivo. El invento de los amos despóticos y ciegos, frente a la servidumbre anegada en la palabra patrón.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.